12. EL
SECRETO DE SARA.
-Bueno-
comenzó a decir Pablo- ¿cómo nos instalamos?
-Yo me pongo
con Paola- dijo Jorge- Pablo con Ana, Carlos con Mario y Noelia con Sara.
-Por mí
vale- dijo Carlos pasando un brazo por el cuello de Mario.
Subieron a
sus habitaciones correspondientes. Todas las habitaciones eran prácticamente
iguales, con un baño, las paredes de color azul, dos camas y un armario blanco
gigante para guardar la ropa.
-Va a ser
genial, lo bien que nos lo vamos a pasar las dos juntas en esta habitación- le
dijo Sara muy contenta a su amiga.
Sara dejó su
maleta en el suelo mientras que Noelia colocaba toda su ropa en el armario.
-Oye- le
decía Noelia- ¿has hablado con Carlos?
-Sí en el
autobús mientras mi hermano hablaba contigo, ¿por?
-Por nada,
curiosidad- dijo Noelia mirando al suelo.
Carlos aun
no le había contado nada a su amiga. Ella no sabía lo reservado y tímido que
podía ser con estas cosas, pero bueno, tiempo al tiempo.
-Chicas, ¿os
venís a la playa con nosotros?- dijo Pablo que había entrado en la habitación.
-Claro- le
dijo Sara- danos cinco minutos.
Pablo salió
de la habitación. Noelia abrió uno de los cajones y sacó un bikini de color
rojo que se compró antes de venir aquí. Sara se agachó para coger el suyo pero,
de pronto la habitación le daba vueltas, se sujetó a la lámpara de su mesilla
pero la tiró al suelo. Noelia se percató del ruido de la lámpara al caer y
corrió a ayudar a Sara.
-¡Sara, qué
te pasa!- le dijo ella asustada- ¡dime algo!
Sara estaba
muy pálida y no podía contenerse estando de pie.
Noelia escuchó
el ruido de la puerta al abrirse, Mario y Carlos entraron en la habitación.
Oyeron el ruido de la lámpara al hacerse añicos.
-¿Qué le
pasa?- le preguntó Carlos a Noelia.
-No lo sé.
Cuando me he dado cuenta estaba tirada en el suelo. Está muy pálida.
-Será mejor
que la tumbemos en la cama. Ayúdame, Carlos- dijo Mario.
Entre los
dos consiguieron subirla y tumbarla boca arriba en la cama. Noelia le agarraba
la mano.
-¿Puede
haber sido un bajón de azúcar?- preguntó Carlos.
-Probemos a
darle un caramelo- dijo Mario- yo llevo uno.
-Es…estoy
bien- intentó decir Sara incorporándose- solo ha sido un mareo.
-¿Seguro?-
le preguntó Carlos preocupado. Seguramente el más asustado al verla así- será
mejor que no vayas a la playa, si quieres yo me quedo contigo.
-Carlos
tiene razón- le decía su hermano- será mejor que te quedes aquí para no correr
riesgos.
-Que no, de
verdad estoy bien. Ha debido ser una bajada de tensión, nada más- dijo Sara ya
de pie.
-Está bien,
pero a la mínima que veamos que estás mal, nos volvemos- le dijo Noelia.
Mario y
Carlos salieron de la habitación y bajaron con los demás que esperaban a las
dos chicas.
-¿Qué ha
pasado?- preguntó Ana.
-Sara ha
tenido un mareo, pero ya está bien- dijo Mario.
-Por lo
visto Mario, todas las chicas te salen igual- le decía Jorge- primero tu
noviecita de la que no quiero ni hablar y ahora tú hermana, ¿qué les haces?
Paola soltó
un carcajada, parecía que estaba programada para reírse a la mínima de cambio.
Era estresante.
-Como no
cierres la boca, te voy a tener que dejar el ojo peor que el labio- le dijo
Mario.
Sara y
Noelia bajaron las escaleras preparadas para irse a la playita. Salieron de la
casa.
-No creo que
lo que ha pasado haya sido sólo una bajada de tensión, a Sara lo pasa algo- le
dijo Carlos a Noelia.
-Tranquilo-
le decía ella- seguro que estará bien, no te preocupes de eso. Preocúpate de
cuando le vas a contar lo que sientes por ella.
-Creo que se
lo diré en la playa- dijo Carlos frotándose las manos, estaba realmente
nervioso- aunque no sirva para nada.
-Sabes,
siempre me ha gustado tu optimismo- dijo Noelia en tono sarcástico.
Carlos soltó
una risilla y le dio un cariñoso golpe en el brazo.
-Mario tiene
suerte- le dijo el.
-¿Por qué?-
le preguntó Noelia desconcertada.
-Por tener a
una chica como tu a su lado. Eres inteligente, leal, fiel, preciosa y……con un
cuerpazo para parar un tren- le dijo Carlos mirándola de arriba abajo. Ahora el
golpe se lo había llevado el.
-Sí que
tengo suerte- dijo una voz detrás de ellos dos. Mario.
Cogió a
Noelia de la mano y le dio un beso en la mejilla. Ella se lo devolvió.
-Bueno, yo
mejor que me voy. Esto está empezando a darme algo de asco- dijo Carlos con
mala cara.
Noelia le
sacó la lengua como muestra de burla y miró a Mario.
-Siento
mucho el numerito que he montado en el autobús. No tenía que haberme puesto
así. Lo siento- le dijo Noelia.
-Me pides
perdón por llorar.
-Es que cada
dos por tres estoy llorando, parezco una niña pequeña y caprichosa.
Mario no
dijo nada se dedicó a mirar a la chica.
-¿Estás
preocupado por tu hermana?
-Un poco,
nunca le ha venido un mareo así de repente- respondió Mario con tono de
preocupación- espero que no esté metida en algún lío.
-Seguro que
no, ella sabe cuidarse de sí misma.
Llegaron a
la playa, no había mucha gente para la hora que era. Cogieron un sitio cerca de
la orilla.
Había gente
corriendo, tomando el sol, bañándose, haciendo surf… no había nadie que no
estuviera haciendo nada.
Carlos fue
directo al agua, seguido por Pablo que, antes de adentrarse en el mar, le dio
un beso a Ana.
-¿Vienes
Mario?- le preguntó Pablo.
-Claro,
enseguida.
Las chicas
se quedaron tomando el sol en sus toallas y Jorge y Paola a su lado.
-Quien diga
que prefiere la montaña a la playa es tonto de remate- dijo Ana
-Oye guapa,
que yo prefiero la montaña- dijo Paola.
-Pues eso-
le decía Sara- tonta de remate.
Las tres
amigas se rieron del comentario de su amiga y de la incompetencia de Paola.
¡Cómo puede ser tan corta de mente! Los tres chicos volvieron de su baño.
-Que corto
ha sido- dijo Noelia.
-¡Tu sabes
lo fría que está esa agua!- le dijo Pablo tiritando de frío.
Se tumbaron
también al sol. Todos estaban en silencio hasta que un estruendoso alarido
rompió el silencio.
-¡Eh Lucas!-
gritó Jorge levantándose para saludar a el susodicho.
Se acercó un
chico musculoso, de ojos azules, tenía el pelo rizado y muy rubio, en la mano
llevaba una tabla naranja de surf a juego con su bañador.
-¿Qué tal
estás Jorge?- le preguntó el chico nuevo.
-Muy bien,
¿y tú, Lucas?
-Bien-
respondió mirando a todos los demás- ¿estos son amiguitos tuyos?
-Sí. Estos
son Mario, Noelia su novia, Carlos, Pablo, Ana su novia, Sara y esta es mi
chica, Paola- dijo dándole un beso a la chica.
-Sí, creo
que Sara y yo nos conocemos ¿verdad?- dijo Lucas guiñándole un ojo.
-¿De qué lo
conoces?- le preguntó Ana.
-Lo conocí
en una fiesta- dijo Sara con los ojos húmedos, nadie sabe los recuerdos que la
venían a la cabeza.
Se hicieron
las seis de la tarde, a nadie la apetecía seguir estando en la playa. Además,
el sol ya se había escondido. Todos se dirigían a la casa de los padres de
Jorge, incluido Lucas, al que el niño rico le había invitado a la casa.
-¿Cómo es
que conociste a ese chico en la fiesta?- le preguntó Carlos a Sara. Ella le
preocupaba mucho.
-Una amiga
mía me lo preguntó- dijo Sara con la voz entrecortada- estuvimos hablando.
Carlos veía
los ojos oscuros de la chica realmente rojos y húmedos. ¿Qué le podía pasar?
Se quedaron
hablando todo el camino, de que, nadie lo sabe.
-¿Te parece
guapo Lucas?- le preguntó Mario a Noelia.
-No más que tu-
le dijo entre risillas- ¿estás celoso?
-No, para
nada. Solo digo que lo miras demasiado.
-Pues- le
comenzó a decir ella- la verdad es que es bastante mono.
Mario la
miraba fulminándola con la mirada. No le gustaban ese tipo de bromas.
-Venga
Mario, no te pongas así. Ya sabes que estoy bromeando. Eres el único para mí.
Al oír esas
frases, el chico de pelo negro con el pirscing en el labio besó a su novia.
-Dudo mucho
que ese Lucas te bese así- le dijo riéndose.
-¿Quieres
que pruebe?
-¡Ni se te
ocurra!- le dijo cogiéndola de la mano.
Llegaron a
la casa. Subieron a sus habitaciones a cambiarse de ropa. Jorge le dejó algo a
Lucas algo que ponerse. Cuando terminaron, todos bajaron al salón.
-¿Queréis
algo de beber?- preguntó Paola. Todos eligieron algo de tomar.
-Ya voy yo a
buscarlos- dijo Sara.
-Yo te
ayudo- dijo Lucas. Carlos le miró con una mirada que daba miedo.
La siguió
hasta la cocina. Sara abrió la nevera y sacó unas cuantas cervezas para todos
los presentes. Ella no sabía que Lucas la había seguido.
-¿Saben algo
de lo que pasó esa noche?- le preguntó Lucas en un susurro. Sara se sobresaltó.
-No, nada. Y
tu no se lo vas a decir ¿entendido?- le dijo Sara dejando caer las botellas al
suelo. Salió llorando de la cocina y subió las escaleras. Lucas volvió al salón
donde todos estaban sentados.
-¿Por qué se
ha ido mi hermana llorando?- le preguntó Mario enfadado.
-¡Yo que
sé!- le respondió Lucas.
-Voy a
hablar con ella- dijo Noelia levantándose del sillón.
Subió
corriendo las escaleras, llegó a su habitación con la esperanza de encontrar a
Sara allí. Escuchó llantos que procedían del baño de la habitación. Entró y la
encontró sentada en el suelo con la cabeza entre las piernas, llorando.
-Sara, ¿qué
ha pasado?- le preguntó Noelia- desde que Lucas ha aparecido estás muy rara.
Todos estamos muy preocupados por ti.
Sara levantó
la cabeza para mirar a su amiga. Tenía los ojos rojos e hinchados de tantas
lágrimas derramadas.
-Ese chico
no tenía que haber aparecido. Solo me va a traer problemas.
-¿Por qué
dices eso?- le preguntó Noelia intrigada.
-Recuerdas
que en la playa os dije a todos que yo, había conocido a Lucas en una fiesta-
dijo Sara secándose las lágrimas con la manga de la camiseta.
-Sí, claro
que me acuerdo.
-Bueno pues,
yo fui a esa fiesta con una amiga mía de toda la vida y amiga de Lucas. Ella me
lo presentó y él iba muy borracho, casi no podía ni ver por donde pisaba-
comenzó a contarle Sara- nos invitó a muchas copas hasta que mi amiga se fue y
me dejó sola con él. Yo acabé también muy mal. En un momento sin que yo me
diese cuenta Lucas, comenzó a besarme y me preguntó que si íbamos a su casa. Yo
no sabía lo que hacía y le dije que sí. El camino hasta su casa no fue muy
largo, abrió la puerta, siguió besándome y… y…
-¿Y qué
Sara, que pasó?- preguntó Noelia temiéndose lo peor.
-¡Y estoy
embarazada!- gritó mientras le daba la prueba a Noelia. Daba positivo.
-Por eso
tuviste el mareo de antes- dijo Noelia dejando la prueba encima del lavabo-
¡Pero has visto lo que has hecho, Sara estás embarazada! ¡Sólo tienes dieciocho
años!
-¡Noelia,
intenté evitarlo, pero el me forzó a hacerlo! ¡Yo no quería!- le dijo a su
amiga. Noelia nunca la había visto llorar así.
-Tranquila,
no es culpa tuya- le calmaba dándole un abrazo- encontraremos la manera de
solucionar esto ¿vale? Lucas sabe algo del embarazo.
-No… tampoco
le quiero decir nada- dijo Sara cabizbaja.
-¡Claro que
se lo vas a decir! Es bebé es tanto tuyo como suyo. Tú no eres la única que
tiene que llorar aquí- le dijo Noelia- será mejor que volvamos abajo, todos
están muy preocupados.
Noelia le
dio un beso y un abrazo a su amiga. Por un lado temía por ella, y por otro, no
sabía la reacción que Carlos podía tener esto.
Bajaron las
escaleras. Sara temblaba por lo que Noelia podía hacer. Lucas no era muy buen
chico.
-¿Sara estás
bien?- le preguntaron Ana y Mario a la vez.
-Sí, yo…-
comenzó a decir Sara, pero fue interrumpida por Noelia.
-¿¡Tú sabes
lo que le has hecho a esta chica!?- chillaba dirigiéndose a Lucas.
El chico se
quedó pensativo y le dirigió una mirada fulminante a Sara.
-¡Se lo has
contado!- aulló Lucas.
Noelia se
puso delante de su amiga para que este no pudiera tocarla.
-Sí, me lo
ha contado todo. ¿Sabes lo que has hecho?- comenzó a decir- ¡la has dejado
embarazada!
Todos se
quedaron petrificados, con la boca abierta por la noticia de Noelia. A Carlos
le hervía la sangre de lo enfadado que estaba.
-¡Eres una
asquerosa!- gritó Lucas dirigiéndose hacia Sara.
-¡Ni se te
ocurra tocarla!- chillo Carlos poniéndose delante del chico.
-¿Y quién la
va a defender? Tú, medio metro- le dijo Lucas empujándolo hacia atrás.
-No- le
decía- la va a defender, hasta la muerte, el chico que está enamorado de ella
hasta los huesos.
Sara se
llevó las manos a la boca. Estaba realmente sorprendida, al igual que todos.
-¡Estás
enamorado de Sara!- se sorprendió Pablo.
-Sí- suspiró
Carlos mirando a la chica que ha descubierto el corazón de un chico en el que
era muy complicado entrar.
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