14.
CAMINOS SEPARADOS.
Estaba en su
habitación, buscando en una de sus dos maletas su bikini de color amarillo a
rayas blancas. Lo sacó, se lo puso y se echó protección solar para no quemarse
bajo el sol. Alguien llamó a la puerta. Apareció una chica vestida con una
camiseta fucsia y unos vaqueros blancos.
-Noelia, nos
vamos a dar una vuelta por la ciudad, ¿te vienes?- le preguntó Ana.
-No- le
decía- si eso iré más tarde. Ahora que la casa es toda para mí, me apetece
darme un baño en la piscina.
-Para ti
sola no- le dijo Ana- Mario también se queda.
Noelia, con
una sonrisa en la cara le dijo adiós con la mano a su amiga. Cogió sus gafas de
sol y se bajó a la piscina. No había nadie.
Dejó su
toalla desplegada en una de las hamacas que resguardaban un lado de la piscina,
se tumbó boca arriba, se colocó sus gafas de sol y se puso a escuchar música con
su MP3.
Mario vio a
su chica tumbada en la hamaca desde la ventana de su habitación y decidió
bajarse a darse un chapuzón. Se puso un bañador que le llegaba hasta las
rodillas de color rojo con garabatos de color negro. Entró al baño para coger
la crema solar y de paso mirarse en el espejo. Con la mano se aplastó un poco
el flequillo y se cambió el pirscing del labio por otro de color rojo a juego
con su bañador. Cogió de su mesilla sus gafas de sol Carrera de color negro y,
una vez listo, salió de su habitación, bajó las escaleras y se asomó un poco
por la puerta de cristal que daba a la piscina para poder ver a Noelia, ella ya
no estaba.
Mario dejó
su toalla encima de una de las hamacas y, encima de la toalla, sus gafas de
sol. Se acercó al bordillo de la piscina para comprobar que ella no estuviese
sumergida debajo del agua y eso le hubiera impedido verla desde el interior de
la casa. Tampoco. “¿Dónde puede estar?” se preguntaba Mario.
De repente,
alguien se le acercó por detrás y lo empujó al agua. Cuando pudo sacar la
cabeza de debajo del agua, vio a Noelia sentada en el bordillo de la piscina,
riendo de manera escandalosa. Mario la agarró el pie para que ella también
acabase dentro del agua. Noelia intentó poner resistencia pero la fuerza del
chico era superior a la suya. Terminó en la piscina. Pero, Mario no estaba
satisfecho, así que cuando Noelia sacó la cabeza este colocó sus manos y le
hizo una aguadilla. Cuando Noelia salió a la superficie por segunda vez,
intentó hacer lo mismo con él, pero fue inútil. Mario le agarró las manos y
ella se rindió agotada por sus esfuerzas en hacer que su novio acabase con la
cabeza dentro del agua.
Mario se
quedó mirando a la chica unos instantes, estaba guapísima. Sus ojos desprendían
un brillo especial que él nunca había visto. Tenía la tentación de besarla y
cayó en ella. Noelia no se esperaba la reacción del chico pero no puso
resistencia al impulso de Mario.
-¿Y esto?
Que cariñoso estás ¿no?
-Son mis
disculpas por haberte hecho esa aguadilla- le dijo Mario- ¡pero te la merecías!
Mario se
reía dentro de la piscina mientras Noelia le salpicaba agua a los ojos.
-¡Basta,
basta!- gritaba él- tregua.
-Será lo
mejor para tu salud- le dijo Noelia.
-¿Quieres
volver a acabar dentro del agua?- le dijo Mario desafiante.
-¡No!- saltó
automáticamente la chica. Esta vez fue ella la que le dio un beso cortito en
los labios. ¡Hacía tanto tiempo que no estaban ellos solos!
Noelia se
impulsó y salió de la piscina, se sentó en el bordillo con los pies dentro del
agua. Mario se colocó entre las piernas de la chica y la agarró de la cintura.
Noelia le miró a los ojos y, no sabe porque, le vino a la cabeza el recuerdo de
cuando lo dejaron. Se le humedecieron los ojos y Mario lo notó.
-¿Qué te
pasa?- le preguntó saliendo de la piscina y sentándose a su lado.
-Nada.
-No me
mientas.
Noelia se
quedó pensando en si decírselo o no, podría enojarse con ella.
-Me ha
venido a la cabeza el momento en el que tu y yo lo dejamos.
Mario no se
esperaba eso, en realidad, era en lo último el lo que estaba pensando.
-¿Qué vamos
a hacer cuándo tu te vuelvas a ir?- le preguntó Noelia- no quiero volver a
pasar por todo eso otra vez.
-No lo vas a
hacer- le dijo Mario muy seguro.
-¿Cómo lo
sabes? Seguramente nuestros caminos se vuelvan a separar.
-Ya te digo
yo que eso nunca va a volver a pasar.
Noelia se
quedó mirándolo fijamente a los ojos, confusa. ¿Cómo lo sabía?
-No te lo
iba a decir hasta el final del verano, iba a ser una sorpresa- le dijo Mario
agarrándole la mano.
-¿El qué?-
le preguntó Noelia intrigada.
-He
convencido a mi madre para que me cambie de universidad y empezar el curso como
todos vosotros.
-Y, ¿a qué
universidad vas a ir?
-Tú vas a
coincidir con Pablo en la universidad ¿verdad?
-Sí, el comenzó
a hacer medicina y yo también quiero estudiar esa carrera- le dijo Noelia- ¿por
qué?
Mario no le
hizo mucho caso a la pregunta de Noelia.
-Y, ¿Ana a
qué universidad va a ir?
-A una que
está a veintisiete kilómetros de la de Pablo. Quieren seguir juntos y han
pensado que esa es la mejor manera de hacerlo. Ella quiere hacer ingeniería.
-Bueno pues,
yo voy a coincidir en la misma universidad que ella. Voy a estar a veintisiete
kilómetros de ti.
Noelia se
quedó boquiabierta. ¿Está soñando?
-¿Enserio?
-Sí, no
vamos a volver a tener que pasar por todo otra vez.
Noelia no
cabía de alegría, se abalanzó sobre su chico y le empezó a besar. ¡Sólo los
separarían veintisiete kilómetros!
Se separaron
al oír el sonido del móvil de Noelia. Tenía un mensaje nuevo en el que ponía:
Noelia, estamos en el
hospital, Sara ha tenido un accidente
Venid lo más rápido que
podáis.
-¿De quién
es?- le preguntó Mario a su chica.
-Es… es de
Pablo- dijo ella muy pálida.
-¿Qué ha
pasado? Noelia, tienes mala cara- le dijo Mario empezándose a asustar.
-Es tu
hermana- dijo ella con la voz entrecortada- ha tenido un accidente. Todos están
en el hospital.
Mario se
llevó las manos a la cabeza. ¡Es que una persona nunca puede ser completamente
feliz!
-Mario,
tranquilo- le dijo Noelia acercándose a él- vistámonos y nos vamos al hospital.
Una vez
listos, no cayeron en la cuenta de que el hospital estaba a dos horas andando
desde la casa de los padres de Jorge.
-¡Andando
nunca llegaremos!- gritó Noelia.
Mario miró
hacia la izquierda y vio dos motos aparcadas dentro del garaje de la casa.
-Cogeremos
la moto de Jorge- le dijo Mario sacando la moto del garaje.
-¡No la
sabes conducir, Mario! ¡Estás loco!
-No hay otro
remedio, ¡sube!- le dijo Mario ofreciéndole uno de los cascos a Noelia. Ella lo
cogió, se subió y se agarró a la cintura del chico.
-Agárrate-
le dijo Mario arrancando la moto.
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