No podía
creer lo que había pasado, Noelia había cortado con Jorge, el chico de sus
sueños, pero lo peor de todo era que este le había pegado a uno de sus mejores
amigos.
Mario se encontraba
en la enfermería, tumbado en una blanca y estrecha camilla. A su lado, Noelia,
le contemplaba a la vez que reflexionaba sobre los acontecimientos ocurridos
anteriormente.
Con las
manos en la cara, Noelia notaba como su amigo se movía y a la vez se despertaba.
-Buenos días
dormilón- dijo ella con una pequeña y débil sonrisa.
-Hola- dijo
el casi sin poder hablar del puñetazo que Jorge le había metido en el labio- lo
siento.
-¿Por qué?
-Porque si
yo no me hubiese metido en todo lo que ha pasado, tu seguirías con…
-No
pronuncies su nombre- le interrumpió Noelia- el ya no existe para mí.
-Sabes que
sí, sabes que no te vas a poder olvidar de el, sabes que aun le quieres aunque
otra persona te haya expresado lo que siente, nunca te vas a poder olvidar de
el.
Noelia no
sabía que decir en ese momento, sabía lo que Mario sentía por ella, sabía que
no podía dejar de pensar en ese idiota ni en lo que había vivido con el, pero
ahora nada estaba claro en su cabeza. Todo podía cambiar.
-¿Es
cierto?- comenzó a preguntarle ella- ¿es cierto que yo te gusto?
-Sí, cien
por cien cierto- dijo Mario muy seguro de sí mismo.
-¿Desde
cuándo?
-Desde que
ambos teníamos ocho años, pero pasaba el tiempo y no me atrevía a decírtelo,
porque sabía que yo nunca te podría llegar a gustar.
-No digas
eso- dijo Noelia apartándole el pelo de la cara- cualquier chica estarían
encantada de estar con un chico como tu. Y, además, yo no he dicho que tu no me
gustes.
-Entonces,
¿tengo alguna oportunidad?- dijo Mario rojo como un tomate.
-Te la mereces.
Se oían
pasos fuera, era Ana.
-Noelia, ven
conmigo. Nos llaman los monitores- dijo Ana- hola Mario, ¿qué tal te
encuentras?
-Ahora mucho
mejor- dijo el chico sonriéndole a Noelia.
Ana y Noelia
salieron de la enfermería. Se dirigieron a un gran corro de gente. Encontraron
a Sara, Carlos y Pablo, pero Noelia no vio a Jorge.
-Bueno
chicos, será mejor que vayáis a coger vuestros bañadores porque nos vamos todos
a la piscina- dijo el monitor.
Sara estaba
muy contenta sólo por estrenar su nuevo bikini y presumir de él.
Ana solo
pensaba en tomar el sol todo el tiempo que pudiese, Carlos y Pablo estarían
todo el rato zambullidos en el agua y Noelia se comería la cabeza con lo que le
está pasando y lo que puede pasarle.
Una vez en
el autobús, Carlos se sentó con Pablo, Ana con Noelia y Sara con Álvaro. (Nadie
sabía lo que se traían entre manos estos dos.)
-Ana,
¿puedes cambiarme el sitio?- le preguntó Miguel, el mejor amigo de Jorge.
Ana miró a
Noelia que asentía con la cabeza a la petición del chico.
-¿Qué tal
estás?- le preguntó Miguel.
-Todo lo
bien que se puede estar con todo lo que me está pasando- le dijo Noelia
cabizbaja- ¿sabes dónde está Jorge? No le he visto esta tarde.
-De eso te
venía a hablar- comenzó a decir- esto que te voy a decir te puede afectar o no
depende lo que sientas. Cuando Jorge vio todo lo que le decías, que no le
querías volver a ver más y todo eso, el se quería morir, no quería seguir aquí
si tu no estabas con el, a su lado. Con que esta mañana llamó a su padre y este
le ha venido a buscar en coche esta mañana, cuando tu estabas en la enfermería
con Mario.
Noelia no
sabía que decir, ella estaba segura de lo que sentía por Jorge, pero había un
interrogante entre ella y Mario.
-Yo no
quería llegar tan lejos- dijo Noelia agobiada- ¿qué puedo hacer para que
vuelva?
-No lo sé,
puede que ya sea demasiado tarde.
Noelia
lloraba en silencio. Lágrimas. Otra vez, más lágrimas.
Cuando
llegaron a la piscina, los chavales se bajaron del autobús, se pusieron los
bañadores y bikinis y disfrutaron del día.
Noelia
estaba sentada en el bordillo de la piscina con los pies metidos dentro del
agua. No le apetecía hacer otra cosa que no fuese pensar en Mario, pero también
pensaba en Jorge y en lo que Miguel le había contado.
Solo
quedaban cuatro días del campamento y Noelia debía acabar lo que había
empezado.
Sacó los
pies del agua, se levantó y allí detrás de ella estaba Paola y, antes de que
ella pudiese reaccionar, Paola la empujó al agua tan fuerte que Noelia se
golpeó la cabeza contra el suelo de la piscina.
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